Descubre tu centro vital

El centro de gravedad del organismo, situado a cuatro dedos por debajo del ombligo, en Oriente se considera una fuente de energía sutil y un núcleo de resonancia emocional. Cuidarlo permite ganar calidad de vida. // Fragmentos del Artículo publicado en la Revista Cuerpomente, Nº 190, Año 2009. Elaborado por el periodista Juan José Plasensia

En una conferencia se pidió a los asistentes que colocasen una mano en el lugar de su cuerpo que consideraban su centro vital. Las respuestas resultaron variadas y muy significativas: la mayoría de los hombres se llevaron la mano a la cabeza, mientras que casi todas las mujeres la colocaron en el pecho. Sólo unos pocos pusieron su mano en el vientre.

En Occidente, la cabeza o el área del pensamiento se considera la sede principal de la vida y la actividad, pero en Oriente, la energía y la conciencia del ser radican en el vientre, una zona desde donde irradian las fuerzas vitales hacia las ocho direcciones de la rosa de los vientos.

Aunque resulte un poco violento, este ejemplo ilustra esa diferencia : Para poner fin a sus días, un occidental suele apuntar a sus sienes, en tanto que un japonés se hace el Hara-Kiri, con el propósito de salvaguardar su honor y renunciar a la vida.

En la cultura japonesa, el Hara, palabra que define al vientre, se considera el punto central del ser humano. En la Medicina Tradicional China, se le denomina Tan Tien, que es uno de los centros por donde fluye el Chi, la energía vital, en esta concepción de la medicina antigua de los chinos.

La ciencia ha demostrado que en el abdomen reside una especie de sistema límbico de las emociones, el cual depende del sistema nervioso entérico y posee un alto grado de autonomía. Cuando es necesario, se activa coordinadamente con el cerebro, a través del sistema parasimpático, responsable de regular la actividad intestinal, entre otras funciones. Podríamos entonces considerar al abdomen como una “vasija de resonancia emocional”, el lugar donde el miedo, la rabia, la obsesión, la tristeza y la alegría, experimentan una somatización más evidente.

Los antiguos textos taoístas describen el Tan Tien como el “mejor lugar del mundo”. Su traducción literal sería “campo de cinabrio”.

Tan –campo de cultivo-, representa el terreno, el lugar donde se concentran las fuerzas necesarias para desarrollar la vida, lo cual requiere de un trabajo consciente para mantener e incrementar su potencial energético.

Tien –cinabrio, el mineral del mercurio- encarna las cualidades de entereza y maleabilidad que han de prevalecer en nuestra bioquímica interna para alcanzar la longevidad corporal.

Según esta imagen, nos convertimos en agricultores de nuestra propia energía vital. Somos entonces, los responsables de nutrir y mantener el terreno fértil, para favorecer los procesos de transformación y distribución de la energía, con el fin de disfrutar de una vida larga, plena y saludable.

El Tan Tien es una zona que se encuentra enmarcada dentro de una tríada energética formada por los siguientes puntos: el Ming Men (Puerta de la Vida), el Hue Yin (Fondo del Mar) y el Qi Hai (Mar de la Energía).

El Ming Men está ubicado en la parte posterior, a la altura de la segunda vértebra lumbar, entre los riñones y por detrás del ombligo. Guarda correspondencia con las glándulas suprarrenales y se asocia con la función renal.

El Hue Yin está ubicado en el perineo y es el origen de la energía de la reproducción y las funciones genitales. Está vinculado con las fuerzas terrenales y el despertar de los sentidos.

El Qi Hai está ubicado cuatro en el ombligo y es el lugar donde se acrecienta, fortalece y ordena la energía. Está relacionado con las funciones urogenitales y las emociones ancestrales.

Si trazamos una línea que pase por estos tres puntos, estaremos conformando la Tríada Energética que mencionamos antes. Y en el centro de esa Tríada está ubicado el Tan Tien.

En todas las disciplinas y artes marciales orientales, es un centro de gravedad en el que confluyen la energía universal con los impulsos vitales más profundos, donde convergen el cuerpo y el espíritu. Es el punto de coordinación al que se recurre para recoger, movilizar, potenciar y disponer de la energía necesaria para la acción vital.

Desarrollar y mantener la conciencia del Tan Tien equivale a salvaguardar nuestro potencial de vida. Quien se centra en el Tan Tien, experimenta seguridad y estabilidad, reafirma sus facultades vitales y es capaz de responder acertadamente ante las fuerzas externas. Estar en el Tan Tien significa recuperar el nexo con el cuerpo y acceder a la fuente de la renovación energética. Si en los momentos más difíciles dirigimos la atención al Tan Tien, a través de la respiración profunda y la postura corporal adecuada, encontraremos la voluntad y la calma necesaria para afrontar nuestros problemas y vicisitudes.

Por el contrario, la falta de conciencia sobre el Tan Tien lleva a irritarse fácilmente, perdiendo las formas y dejándose arrastrar por las pasiones más primarias. El pánico, la ira, la fragilidad emocional, se adueñan de un Tan Tien débil y olvidado, consumiendo la energía de la persona, que pierde su vitalidad y se extenúa gradualmente.

Si nos levantamos cada mañana para comenzar el día, centrados en las exigencias mentales (asuntos pendientes, cuándo, cómo, etc.), perdemos la oportunidad de aprovechar las primeras respiraciones del día para cultivar y reforzar nuestro centro vital, nuestro Tan Tien.

Para ello, preferiblemente luego de bañarse, uno puede situarse en un lugar fresco, lo más posible en contacto con la naturaleza (una ventana, un balcón, un jardín, etc.) y comenzar a respirar profundo, llevando la atención, la respiración y la energía, hacia nuestro Tan Tien, retener brevemente la respiración en ese lugar y luego soltarla, exhalando suavemente. Hacer esto varias veces, hasta que sintamos una paz interior y una energía renovada para emprender nuestro nuevo día.

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